Hasta siempre, Jordi Jaumà. Hasta siempre, socio
Así nos llamábamos mutuamente: socio
Jordi Jaumá se marchó el 29 de mayo de 2020. Aunque esa es la fecha en la que nos dijo adiós, creo que a Jordi la vida se le empezó a marchar hace más o menos dos años, cuando un accidente menor de moto (digo menor porque sólo se rompió el húmero) le llevó a un quirófano del que salió tetrapléjico a causa un “infarto medular”. El caso estaba en los tribunales, porque aquello tenia toda la pinta de ser un error médico.
Jordi tenia que hacer cosas diferentes porque, para él, la palabra normal no estaba en su diccionario, por aburrida.
Jordi era así: excesivo hasta para las desgracias. No; Jordi no podía romperse un brazo como cualquiera... eso es cosa de gente normal: tenía que pelearse con un infarto medular. Jordi tenia que hacer cosas diferentes porque, para él, la palabra normal no estaba en su diccionario, por aburrida. Era así.
Las palabras que a Jordi le gustaba escribir eran otras: sueños, ideales, comunidad, compartir... Un día me llamó (nos llamábamos muchas veces) y me dijo que tenía que definir su propósito en la vida. El lanzaba muchas ideas y yo le ayudaba a aterrizarlas (de ahí lo de socios). Así que, después de muchas idas y venidas, decidió que su propósito tenía que volar más alto que la RSC y que la Sostenibilidad (eso era para gente normal). Por eso definió así su propósito personal: trabajar por la justicia social. Ahí es nada.
Las palabras que a Jordi le gustaba escribir eran otras: sueños, ideales, comunidad, compartir...
Jordi tenia una máxima profesional: “crea valor para otros y así creas valor para ti mismo”- decía. Con esa idea en la cabeza, creó Diario Responsable, como un medio para hablar de RSC. Pero en realidad, creó algo más interesante que un simple medio (eso era para gente normal). Jordi creó toda una comunidad en torno a DR, una comunidad a la que él daba voz sin otra condición que tener algo que decir. Y, a cuantas más gentes daba voz, más grande se hacía él. Esa red tiene un nombre (RedPonsable) y su diario era la voz de muchos.
En lo personal, Jordi tenía un instinto enorme para generar complicidades. Todos los que le conocían podían decir, legítimamente, que tenían una relación especial con él. Las personas normales tienen amigos y conocidos. Jordi no; él tenía algo más... la capacidad de hacer sentir a los demás que eran especiales.
Creo que, sin ese desafío permanente al que nos sometía Jordi, hoy somos todos más normales
El instinto de Jordi le hacía ser un poco excesivo. Y lo era para la amistad. En eso, en la amistad, era de la escuela de Romanones: “A los amigos, el culo; a los enemigos por el culo y, al indiferente, la legislación vigente”. Con él no había grises. Por eso, algunas veces, o estabas con el, o estabas contra él. Si pensaba que no estabas con él al 120%, se enfadaba, y mucho, porque él siempre estaba al 120% contigo. Creía que era lo justo, porque él era leal con sus amigos. Pero de igual forma que se enfadaba... a los 10 minutos te llamaba, te hacía un requiebro... y otra vez al 120%.
Se nos va un amigo. Echaré de menos sus llamadas a deshoras. Echaré de menos que me suene el teléfono y me diga “hola socio”. Echaré también de menos que me llame para contarme algunos de sus sueños. Echaré de menos sus excesos. Y, sobre todo, echaré también de menos ayudarle a aterrizar sus sueños. Creo que, sin ese desafío permanente al que nos sometía Jordi, hoy somos todos más normales. A partir de hoy, me temo que, al menos yo, seré un poquito más normal.