Cuando el conocimiento técnico ya no es suficiente
El viernes pasado comenzamos las clases del curso "Dirección de Personas" del Máster en Dirección de Sistemas de Información del Instituto de Empresa.
En la primera sesion siempre sale a la luz una idea. Parece que los perfiles técnicos siempre encuentran un mismo techo que frena su desarrollo profesional. Resulta que proyectos técnicamente bien planteados, se frenan o no salen. Resulta que el lenguaje técnico no siempre se entiende por la Alta Dirección. Resulta que lo que antes valía para avanzar profesionalmente (el conocimiento técnico-científico) parece no ser suficiente para avanzar profesionalmente.
¿Por qué pasa eso? ¿Qué es lo que falla? Pues porque las habilidades técnicas son condiciones necesarias en un directivo, pero no suficientes para escalar a determinados puestos del organigrama. Llega un momento en que lo que empieza a ser verdaderamente diferencial son las llamadas "habilidades personales".
En esta primera sesión del Máster empezamos a listar esas "habilidades personales". Después de un largo listado (capacidad de relación, capacidad de comunicación, constancia, tesón....) empezamos a filtrar. Y filtrando, filtrando, al final llegamos a una conclusión: de todas las habilidades personales hay dos que prevalecen sobre todas, que son las verdaderas "Killer Applications" para llegar a esos puestos de Dirección o Alta Dirección. Son estas dos: la gestión de la confianza y la gestión de lo político.
Empecemos con la confianza.
Lejos de lo que algunos pudieran prensa, gestionar la confianza no se trata de caer bien o mal. Confías en quien te ofrece resultados; no en quien te cae mejor. Confías en quien cumple con los compromisos adquiridos y, además, lo hace en tiempo y forma; no en quien no sabes si llegará o no llegará a tiempo con lo que le pides. Confías en quien tiene control sobre los proyectos que gestiona; no en quien no los saca adelante como quien saca conejos de la chistera. Confías en quien tiene empatía contigo, se pone en tus zapatos y comparte un proyecto; no en quien sólo sabe hablar de "su libro" (como diría Francisco Umbral). Confías en quien es capaz de ponerte las cosas fáciles, pero también difíciles porque defiende sus ideas; no lo haces en quien te adula permanentemente. Y confías en quien no abusa de tu confianza. Y todo eso, TODO en mayúsculas, es gestionar la confianza. Y eso, contrariamente a lo que algunos creen, no es un intangible. Es tan tangible como que al final el nombramiento de una u otra persona depende de eso.
Sigamos con la gestion de la política
Ortega en Gasset, en 1927, definió al político y lo hizo describiendo sus principales virtudes. Para él, el político puro era aquel que tenía "inteligencia natural, el coraje, la serenidad, la garra, la astucia, la resistencia, la sanidad de los instintos, y, sobre todo, la capacidad de conciliar lo irreconciliable". Esa última parte, la capacidad para integrar los intereses legítimos de partes diversas y hasta contrarias, es lo que podemos definir como "gestión de la política".
¿Podríamos ser más precisos? ¿En qué se traduce esa capacidad de conciliar lo irreconciliable? Pues en cosas como como saber escuchar, y saber medir los tiempos organizativos. En cosas como negociar sabiendo renunciar a lo accesorio, que no es otra cosas que ceder en lo adjetivo y salvaguardar lo sustantivo. En cosas como gestionar los conflictos siendo capaz de pactar acuerdos y desacuerdos. En cosas como saber gestionar los enemigos, que siempre andan por ahí al acecho. Y en cosas como saber que los partidos se ganan 3 a 2; no 7 a 0; recuerdo cómo el pelotón admiraba a Miguel Induráin porque ganaba y dejaba ganar, sentimiento diferente del que tuvieron con Lance Amstrong. Y todo esto, TODO esto con mayúsculas, no es tan sencillo de aprehender, es más intangible... nos guste o no.
Pues de eso fue nuestra primera sesión. Ahora, a lo largo del curso, tendremos que seguir profundizando en cómo se gestionan la confianza y eso que se llama genéricamente "gestión de la política".